Análisis: Fahrenheit
Un poco de historia (pero sólo un poco, lo prometo):
Cuando el CD-ROM empezaba sus pinitos en los PC's, las desarrolladoras que estaban dirigidas por chimpancés dijeron:
¿¡Oye, y si gastamos todo el espacio del CD en videos a pantalla completa (a veces ni eso), les hacemos creer que pueden controlar los videos y lo vendemos como una revolución!?
¡Buena idea! ¿Qué nombre le ponemos?
Mmmmm, ¡Película interactiva!
A partir de entonces empezaron a salir como churros juegos en los que se hinchaban el pecho diciendo que aquello era el summun en calidad gráfica. ¿Podemos hablar de calidad gráfica en películas hechas con actores de verdad? ¿A qué no? Pues así era antaño.
Por supuesto no todas las desarrolladoras no estaban dirigidas por chimpancés, y a parte de llenarte el CD con videos trataban de dar algo de sustancia al videojuego. Ahora me vienen a la memoria títulos como The 7th Guest y su secuela The 11th Hour en los que aparte de videos habían puzzles, Cryo entonces ya estaba en ese circulo vicioso de las videoaventuras y sacó Lost Eden, en la Paramount se creían la mar de graciosos sacando Star Trek: Borg, una película en el que de vez en cuando se le daba al ratón...
...¡Y la FOX sacó el videojuego de Expediente X! La gente se daba tortas en las tiendas por pillar ese tocho de 7 CD's en un juego que definían como algo sublime y sensacional en términos de libertad de elección. Entonces llamar película interactiva a un videojuego suponía una tara por lo que jamás mencionaron que lo era durante su promoción. Obviamente las publicaciones especializadas no picaron y bien que escaldaron una película interactiva en la que encima ¡no se manejaba a Mulder y Scully!
Todavía quedan algunos indicios de ello, no en forma de películas interactivas sino en publicidad engañosa. Estoy hablando de Square-Enix, por supuesto. ¿Acaso alguien recuerda un anuncio de Final Fantasy en la que metieran algo que no fueran los videos del juego? Claro, luego compruebas como es el juego en realidad y te da un bajón...
Sobre el juego:
Después de este rollo tan soporífero como innecesario procedemos comentar al interfecto en cuestión, Fahrenheit es una película interactiva. Si, cuando ya nadie se acordaba de ellas vuelven para recordarnos que todavía quedan chimpancés dirigiendo puestos de responsabilidad en las empresas.
Y no me molesta, en absoluto. El problema consiste en que el juego se está vendiendo como si fuera una aventura gráfica cuando no lo es. Puede engañar a primera vista al ver que no son videos lo que ven nuestros ojos sino un motor 3D, pero en realidad no ofrece mucho más de lo que ofertaban las películas interactivas de antaño. Ahora sólo espero que cuando directores de cine de renombre dijeron que la línea que separa el cine del videojuego cada vez era más estrecha no se refirieran a esto.
Fahrenheit no tiene puzzles, o al menos si los tiene yo no los he detectado como tal. La mayor parte del juego os la pasaréis paseando en entornos cerrados manejando a diversos personajes. A saber, informático perturbado, poli sexy y poli negro.
Las conversaciones son un mero elemento decorativo en el juego, si no recuerdo mal creo sólo hay una o dos en las que realmente importa algo lo que digas. El resto sólo está para hacer trama.
¿Y como se avanza en el juego preguntaréis? ¡Ajajá, me alegra que me haga esa pregunta! En este aspecto Fahrenheit no ha evolucionado un ápice con respecto a sus ancestros. Tened claro esto, si domináis bien el juego tenéis bastantes números en ser unos fenómenos con el Stepmanía. Pulsar alternativamente teclas rápidamente y memorizar secuencias de colores al más puro estilo Simon. Es por ello que recomiendo que directamente seleccionéis el nivel de dificultad más bajo; no porque el juego sea especialmente difícil, es que sencillamente no vale la pena cansarse para lo que se ofrece.
Aspectos técnicos:
Empecemos por lo destacable. Fahrenheit, al tener más de película que de videojuego tiene una banda sonora a la altura. Unas piezas orquestales darán ese toque dramático que posee el juego combinado por algunos temas actuales para esos momentos de pasteleo y cachondeo.
No podemos decir lo mismo del doblaje en el idioma del Imperio. Lo lamento, pero Tomás Rubio y su banda nos vuelven a deleitar con sus apáticas voces de nuevo.
Gráficamente, conviene decir que este juego se ve como alguno de hace 2 ó 3 años. Lo dejaremos en un “simplemente correcto”. Entornos muy cerrados en los que apenas se puede hacer nada más de lo que nos desarrolladores nos han dejado, cámaras exasperantes por culpa de tratarnos de ofrecer el mejor ángulo cinematográficamente hablando y ligera “cuadratura” los modelos.
Conviene resaltar las animaciones de los personajes que gracias a la captura de movimientos están logradas y no resultan ortopédicas como suele pasar últimamente. Unos simples gestos como correr unas cortinas o llenar unas copas de licor están muy bien detallados.
Y respecto a la jugabilidad, ¡pero si se trata de una película interactiva! En cuanto te lo pases estarás tan harto de él que no querrás volver a oir hablar de “experiencias totalmente revolucionarias” en tu vida. Peca también de ser bastante corto (como suele pasar en las películas interactivas), en unas 8 horas está terminado.
Conclusiones:
Este juego tiene la palabra mainstream grabada a fuego, pero miradlo por el lado bueno. Siempre podréis invitar a la familia para disfrutar todos juntos de él. No es broma, a título personal este es el primer juego en el que mis padres se quedaron mirándome un buen rato mientras jugaba. ¿Cuándo ha pasado eso en cualquier otro juego?
Fahrenheit es un anacronismo en nuestra época, una experiencia nueva para todos aquellos que no pillaron de cerca el auge de las películas interactivas, lástima que no sea una experiencia agradable.